A principios de año, el Foro Económico Mundial de Davos publicó el informe de Riesgos Globales de este 2022. Además de la crisis medioambiental, que conllevaría a una creciente desigualdad social, se encontrarían los habituales relacionados con la economía y la actual situación sanitaria. Sin embargo, han añadido una preocupación más a su lista, y no es otra, que la salud mental.
Después de dos años de pandemia, lo que en un principio era una reacción normal y adaptativa a la incertidumbre sobre el futuro, ha derivado en una cronificación de las enfermedades mentales. Las urgencias psiquiátricas han aumentado un 47% en comparación a la etapa prepandémica y se han multiplicado los intentos de suicidio dejando a casi 4000 fallecidos por esta causa.
Según datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay más de 2,1 millones de personas sufren algún cuadro depresivo y el 5% con un diagnóstico de ansiedad. Los trastornos de ansiedad por si solos o comórbidos a otras patologías, son una de las causas más frecuentes de consulta en atención primaria. Su solución se identifica muchas veces con la prescripción de ansiolítico y antidepresivos, debida, en gran parte, por la escasez de psicólogos y psicólogas en la sanidad pública. España es, junto con Portugal, uno de los países donde más medicamentos se consumen a diario: más de dos millones de españoles toman ansiolíticos cada día.
Pero…¿de qué se tratan los trastornos de ansiedad?
Para explicar los trastornos de ansiedad, se hace necesario comenzar analizando una serie de conceptos directamente relacionados, como son las emociones.
Las emociones generan en la condición humana un papel importante ya que, a través de ellas, el ser humano se relaciona con su medio. Este repertorio será crucial para su correcta adaptación y emisión de una conducta apropiada. Entre las emociones básicas se encuentra la sorpresa, el miedo, la ira, la tristeza, la alegría y el asco. La finalidad de las mismas tiene funciones adaptativas con tres sistemas de respuestas: conductual expresivo, cognitivo subjetivo y fisiológico adaptativo.
El miedo, podría considerarse como la emoción básica más investigada para explicar los trastornos de ansiedad. La diferencia entre ansiedad y miedo, es que, la reacción de miedo se produce ante un peligro real, siendo proporcional al estímulo. En el caso de la ansiedad, es desproporcionada a su peligrosidad, con una reacción de miedo desmedida, surgiendo de esta manera el componente patológico de los trastornos de ansiedad.
El miedo estaría conformado por diferentes fases: cautela (el sujeto está atemorizado, pero tiene control sobre sus respuestas), angustia (el temor aumenta, dando lugar a la desesperanza), pánico (ya no se regula la conducta y se dan impulsos motores), terror (grado máximo del miedo, produciéndose parálisis motoras).
Es, por tanto, que la ansiedad se expresa en términos de incertidumbre asociado a un evento externo o interno percibido como amenazante. Se activa, por un lado, el sistema nervioso autónomo, concretamente el sistema simpático, responsable de síntomas como, taquicardia, palpitaciones, temblor, mareo, hipertensión arterial, inquietud y vigilancia. Por otro lado, se activan las estructuras cerebrales subcorticales, en este caso, la amígdala, responsable de la respuesta de miedo o temor siendo la base de desarrollo de fobias y pánico, así como la génesis de síntomas ansiosos.
Teniendo en cuenta todo esto, la ansiedad sería esa respuesta emocional con funciones adaptativas, ya que ayuda al individuo a reaccionar de manera adecuada ante situaciones amenazantes. Constituye una experiencia universal, pero cuando excede los límites de la normalidad y dicha reacción se vuelve crónica, puede llegar a ocasionar la aparición de diversos trastornos de ansiedad.
Siguiendo las directrices del Manual diagnóstico de los Trastornos Mentales en su última versión DSM-5, los trastornos de ansiedad se clasifican en: trastorno de ansiedad por separación, mutismo selectivo, fobia específica, trastorno de ansiedad social (fobia social), trastorno de pánico, agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos, trastorno de ansiedad debido a otra afección médica, otro trastorno de ansiedad especificado y otro trastorno de ansiedad no especificado.
¿Cuándo consultar a un profesional?
Si consideras que estás demasiado preocupad@ y esto interfiere en tu vida diaria, causándote gran malestar y con dificultad para controlarla, sería recomendable ayuda profesional.
En este caso, se valoraría la gravedad de la situación mediante una valoración psicológica. Hoy por hoy, la psicoterapia desde la vertiente de la terapia cognitivo conductual, ha demostrado su eficacia en los trastornos de ansiedad. En casos más graves o crónicos, se valoraría la farmacología como tratamiento combinado.
Con la ayuda del psicólog@, se valoraría la frecuencia, intensidad, duración e interferencia de los síntomas experimentados. A partir de ahí, se desarrollaría una intervención psicológica en la que se trataría de dotar al paciente de herramientas y técnicas que le permitirían mejorar los síntomas y reestablecer el bienestar emocional.
Es muy posible que las preocupaciones que sentimos, no se vayan por si solas y el tiempo hará que empeore. Consulta a un profesional lo antes posible para emprender la mejoría de tu salud mental.